domingo, 27 de abril de 2008

LOS CAZADORES DE LA RISA

Esta es la historia de un pequeño Gromlings que vivía en las montañas altas de reino Cartungala. Estaba a punto de convertirse en uno de los primeros Gromlings que saldrían de aquellas hermosas montañas para bajar a buscar la risa. Cualquiera sabe lo que es la risa, es algo que te hace sentir bien y que hasta con unas cosquillas suaves se consigue. Pero en Cartungala los gromlings nunca habían escuchado unas carcajadas y fue una vez, estando el Rey Cartungo Primero el glotón de paseo por los montes alejados de su palacio, cuando escucho unos extraños sonidos lejanos transportados por el eco. Le pregunto a uno de sus criados qué demonios era aquello y no supo qué contestar, hasta que un anciano gromling al que nadie escuchaba las historias de sus viajes por el universo con algo de miedo le dijo al Rey.
- Majestad, es la risa de un humano.
- ¿Risa? ¿qué es eso, anciano?
- Es un grito que emiten los humanos cuando están contentos, que se contagia y es de gusto agradable para los cinco sentidos humanos
- Y nosotros, que tenemos doce sentidos, ¿Cómo es posible que no podamos hacer eso?¿Cómo lo has llamado? ¿Risa?
- Es difícil porque hay que dejar de pensar cosas malas y nosotros siempre estamos pensando esas cosas para invadir reinos, cazar pájaros y contaminar los ríos.
El Rey quedó pensativo, era muy avaricioso y deseaba tener lo que tenía cualquiera que estuviera cerca de él, así que decidió allí mismo robar la risa a los humanos.
¡Senescal, llame a mis generales y prepare la guardia, vamos a cazar la risa!
De pronto aquel gromling anciano comenzó a reír de forma exagerada dejando atónitos a los demás gromlings. El Rey asombrado y algo furioso se acercó hasta él y le increpó
- ¡Tú, anciano! ¿Qué es eso que haces?
- Pues reír, majestad.
- Entonces si sabes reír, por qué no nos los has dicho, insensato.
- Porque la risa no se roba, majestad se aprende con la mirada y al lado de los que se ríen.
- ¡Pues mis soldados los secuestrarán y reirán para nosotros!
- Majestad, si asustáis a los humanos ellos no podrán reír y estarán tristes como lo estamos nosotros. Debemos hacernos amigos de ellos y reirnos con ellos así aprenderemos y lograréis hacerlo como yo. Vuestra vida será tan larga como la mía y vuestro pueblo os adorará para siempre.
Aquellas palabras del Gromling anciano le gustaron al rey así que lo nombro nuevo senescal y lo llevo a Palacio. Desde aquel momento le dio enormes poderes y le hizo prometer que traería la risa antes de que las montañas se cubrieran de nieve en el próximo invierno. El anciano que se llamaba Pensador se puso a trabajar son descanso y a las dos semanas pidió audiencia con el Rey.
- Majestad necesitaré para este viaje que sus soldados nos acompañen hasta el límite de las tierras humanas donde deberán esperar. Además necesito que vengan conmigo los gromlings que estén a punto de ser adultos, es decir gromlings de seis y siete años que aún puedan aprender a reír sin vergüenza como lo hice yo cuando mi anciano padre me llevó a la casa de maese Jorge en la primera aldea humana llamada Gergunbia.
- ¡De acuerdo! ¡Así se hará! ¡ Que traigan a esos gromlings que decis!
Dos días después, cuatro gromlings pequeñitos con cara de miedo se presentaron en la casa del anciano. Se presentaron
- Hola somos Golzol, Herbundo, Kalitanda y Finando y venimos enviados por el Rey Cartungo I El Glotón, los soldados nos esperan fuera.
Fue así como partieron desde la altas montañas de Cartungala hacia las tierras de los humanos. El viaje fue algo aburrido al principio hasta que se adentraron en el valle de las águilas molestotas. Corrieron todo lo que pudieron pero varias águilas comenzaron a molestarles lanzándose e desde al aire para picarles con sus picos de goma que los molestaron hasta salir de aquel valle y acercarse a la frontera de los humanos. Se hizo de noche y decidieron descansar hasta el día siguiente en que se adentrarían los gromligs con el anciano hacia la aldea llamada Gergunbia.

Durmieron un poco nerviosos por aquella aventura los pequeños gromlings que nunca se habían marchado de casa de sus padres.

Por la mañana, con mucho sigilo se despidieron de sus soldados gromlings y se internaron en aquella tierra desconocida para ellos. Al principio estaban asustados pero varias horas mas tarde el canto de los pájaros , las ardillas que los miraban y algún zorro que los acompañaba un poco alejado por si acaso les tranquilizó y hasta Herbundo comenzó a cantar una bella canción de los gromlings.
Así cantando alcanzaron la aldea humana donde un montón de niños estaban en la plaza de la fuente en medio del pueblo jugando al fútbol, otros saltando a la cuerda y al escuchar aquella canción se quedaron mirando y escuchando como hipnotizados. Herbundo de pronto se calló al ver a tantos niños humanos y el anciano gromling comenzó a hablar en humano, acudieron las mamás y los papás de los niños desde las casas y las huertas, y escucharon al anciano. Al principio no le entendían bien pero con un poco de esfuerzo consiguieron entender y con una sonrisa en los labios se acercaron a los gromlings y les llevaron hasta el teatro de la aldea que era pequeño pero lleno de colores. Dos mamás y dos papás se disfrazaron de payasos y comenzaron a hacer tonterias y ruidos con globos y como una cascada de nieve las risas de los niños inundaron el teatro, los gromlings no lo entendía y miraron al anciano que con gestos les mostró como se hacia
- Primero sacudid los brazos, después un saltito, ahora mover los labios hacia los lados y con los ojos muy abiertos pensad en la tontería mas grande que se os ocurra mientras veis a los payasos. Ya veréis como os reís sin parar.
Así lo hicieron y sin darse cuenta la risa les invadió, cambiaron de colores varias veces hasta quedar de color azul claro con sus orejas rojo brillante. Se rieron tanto y cada vez mas durante mas de una semana. Después se despidieron y volvieron a el campamento de los soldados acompañados por los niños, además allí les enseñaron algo que encontraron maravilloso que fueron los besos.
Antes de partir hacia Cartungala enseñaron a los soldados a reírse y conforme lo iban aprendiendo las espadas y los arcos se fueron convirtiendo en bocinas y matasuegras. Así alcanzaron el reino donde enseñaron a todos sus paisanos la risa y desde entonces el rey se convirtió en le mejor payaso del reino y se llamó Cartungo I el gracioso.

Y colorin colorado, este cuento se ha acabado